lunes, 19 de marzo de 2012

¿Qué crees que pasará?


Una historia que cobra vida y que desafía a la realidad… Para mí, el teatro es la literatura en movimiento, hace palpable esa fantasía insinuada por unas letras que se combinan armoniosamente, como si creasen una melodía. Sin embargo, como las notas musicales, las palabras tienen que estar ordenadas, seguir un esquema para que conformen una obra.
El dramaturgo Fermín Cabal comenta que escribir teatro requiere un conocimiento técnico preciso y que estas limitaciones implican un ejercicio de concentración que despierta el ingenio. Aunque se esté condicionado por el formato, el arte no se puede abordar desde una perspectiva racional, debe ser una experiencia afectiva porque, de lo contrario, carecería de alma.
Cuando se empieza a pensar, a intentar que a todo el mundo le guste lo que haces, el resultado, como señala Cabal, es un fracaso seguro.
Yo creo que los libros que nos gustan más son aquellos que tienen algún personaje con el que nos sentimos identificados o que nos recuerda cosas que nos han sucedido. Descubrimos reflexiones esbozadas por un ser imaginario que te hace pensar un “¡vaya, parece que me ha leído la mente!” y sonríes, sintiéndote comprendido, al tiempo que esperas con avidez para ver cómo el personaje resuelve el problema. En la ficción podemos hallar respuesta a nuestras preguntas, del mismo modo que el mundo onírico nos desvela aquello que ignoramos o que pasamos por alto en nuestro día a día. Soñar no es dormir, es volver a la consciencia de uno mismo.
Fermín Cabal dice que un dramaturgo tiene que conseguir intrigar al espectador. Le sugiere un enigma que se inicia con la pregunta: ¿qué crees que pasará?
Porque en el teatro, al igual que en la vida, no sabes qué ocurrirá. La fantasía reproduce esa incertidumbre, esa tensión que nos tiene en vilo. Y, si una obra es buena, tiene que sorprendernos, como es habitual en la realidad.
Al convertirnos en testigos de una historia que se desarrolla ante nuestros ojos, nos aventuramos a anticipar el futuro, estamos atentos a los próximos acontecimientos, compartimos los sentimientos de los personajes representados (el que los actores tengan talento también ayuda bastante a que te sumerjas de lleno en la obra) y nos emocionamos.
No voy a ser una idealista sin remedio y pensar que el arte, en sus múltiples formas de expresión, puede cambiar el mundo pero sí tengo la convicción de que puede mejorarlo porque puede descubrirnos partes de nosotros mismos que nunca habíamos intuido, puede ayudarnos y arrancarnos unas carcajadas cuando más lo necesitamos. Nunca dejemos de lado la fantasía por considerarla una evasión, un mero antídoto contra el aburrimiento, porque en ella hay verdades que nos hacen comprender lo que sucede a nuestro alrededor.

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