lunes, 9 de abril de 2012

No es lo que parece


ESCENA 1

(Tres jóvenes se encuentran en un lujoso despacho de una prestigiosa empresa. En él que destacan una colección de relojes suizos y unos estantes repletos de fotografías familiares. ALI, una chica de cabellos teñidos de un intenso color naranja, utiliza el ordenador que está sobre una mesa de madera noble con incrustaciones de plata. A su lado, una joven muy delgada, DANIELA, husmea en los cajones del escritorio. Mientras MAX, un veinteañero que viste ropas oscuras, pasea de un lado a otro de la estancia.)

MAX- No deberíamos estar aquí.

ALI-   ¿Ya estás otra vez con el mismo rollo? Pareces el pelmazo de Pepito Grillo.

MAX- A diferencia de ti, me doy cuenta de la gravedad de la situación. ¡Podríamos ir a la cárcel por esto!

DANIELA- Tranquilo, lo he organizado todo de tal forma que no nos van a pillar.

MAX- ¿Estás segura? Porque yo no lo veo muy claro. Si uno de los tres se hubiera quedado fuera haciendo guardia, tendríamos más posibilidades de…

ALI- ¿Quieres dejar ya de ser tan agonías? Nos estás desconcentrando.

(Silencio. ALI sigue tecleando, DANIELA lee unos papeles y MAX se pasa la mano por el pelo repetidas veces.)

MAX- Mira que lo dudé pero al final me pudo la lealtad. Si me hubiera negado a venir, ahora no estaría al borde del infarto. ¡Tengo la sensación de que nos van descubrir de un momento a otro!

ALI- Y lo harán si sigues pegando estos alaridos. O te callas o te vas ¿estamos?

DANIELA- No hace falta ser tan borde, Ali. Mi madre siempre dice que no hay que atacar a los amigos, porque son parte de nosotros. Si les hacemos daño, nos hacemos daño a nosotros mismos.

ALI- Puaf. ¡Menuda cursilada! ¿De dónde sacó eso? ¿De algún manual de autoayuda?

DANIELA (Muy seria)- Oye, no te metas con lo que dice mi madre, es una mujer muy sabia. Todo el mundo debería aprender más de ella…

ALI- Venga ya, Dani. No me…

MAX- Chicas, creo que viene alguien.

(ALI aparta la vista de la pantalla de ordenador y le fulmina con la mirada.)

ALI- Tío, estás paranoico perdido. Yo no oigo nada.

(ALI continúa trabajando y MAX se retuerce las manos de puro nerviosismo. Los pasos se acercan…DANIELA levanta la vista de los documentos que miraba.)

DANIELA- Ali, creo que Max tiene razón.

ALI- ¿Tú también?

(ALI hace una mueca pero se detiene. Los pasos cada vez se aproximan más…)

ALI (En voz baja.)- Mierda. Es él.

MAX (Con gesto de horror.)- ¿El señor Dupond?

ALI- Peor. Es el Napias.

MAX- ¿Te refieres a su hijo Edgar?

ALI- Pues claro. ¿No oyes lo fuertes que suenan sus andares, como si fuera el amo del mundo?

DANIELA- Te has fijado mucho en su manera de caminar…

ALI- Es importante conocer al enemigo para vencerlo y ahora, esconderos.

MAX (Mira alrededor con creciente pánico.)- ¿Dónde?

ALI- Pues debajo de la mesa, por ejemplo.

MAX- Igual no es un buen sitio y si…

DANIELA- No tenemos tiempo que perder, Max.

(MAX se mueve con tal rapidez que tira el refresco que estaba encima de la mesa y cae ruidosamente al suelo derramando su contenido.)

ALI- Lo has acabado de arreglar. Ahora fijo que nos trincan.

(Los pasos son más rápidos y se dirigen hacia el despacho. MAX se mete debajo el escritorio, DANIELA se coloca tras una gigantesca planta y ALI se oculta detrás de la puerta, que se abre en ese momento. Un joven rubio y alto entra en escena. EDGAR observa su entorno con altivez. Su mirada se detiene en el charco que destaca en el centro de la moqueta. Desde el umbral de la habitación mira la lata del refresco con una leve sonrisa.)

EDGAR- Vaya, vaya, parece que Ali-Oli and company ya están haciendo de las suyas. La verdad es que esta vez te has superado, pelo de mandarina, te has cargado la alfombra del jefe, ¡menudo cabreo se va a coger…!

(ALI empuja la puerta con fuerza, haciendo que EDGAR reciba un sonoro golpe en la cara y se caiga al suelo, inconsciente. DANIELA y MAX salen de sus escondrijos y observan al joven que no mueve ni un párpado.)

DANIELA- Ay, qué horror. ¿No lo habrás matado?

MAX- ¿Deberíamos llamar a una ambulancia?

DANIELA- ¿O mejor a la morgue?

ALI- No empecéis a flipar. Seguro que el muy cerdo se está haciendo el muerto. Vámonos.

(Sus amigos no se mueven. EDGAR sigue quieto, sin dar señales de vida.)

MAX- Pues yo no le veo respirar.

DANIELA (Con voz chillona.)- Ali, tómale el pulso, anda.

ALI- ¿Y por qué tengo que ser yo?

DANIELA- Porque a mí me dan mal rollo estas cosas y a Max ya ni te cuento.

ALI- Pues menuda futura pediatra estás hecha. (Mira a EDGAR) Por mí como si ha estirado la pata. Mira tú qué bien, un capullo menos en el mundo. (Sin embargo, se agacha y le coge la muñeca).

(En ese momento, EDGAR se incorpora de golpe. DANIELA grita. MAX retrocede tanto que se tropieza con una papelera y la tira. ALI intenta alzarse pero EDGAR la ha agarrado y no la suelta.)

EDGAR (Se levanta con ALI aún entre sus brazos.)- Tu declaración de amor me ha resucitado, Ali-Oli.

ALI (Intentando zafarse de él.)- ¡Suéltame, anormal!

EDGAR- De eso nada. No hasta que tus colegas y tú me contéis qué hacíais aquí.

(Cierra la puerta con un pie y apoya la espalda en ella.)

DANIELA- Oye, Ed, déjanos ir, no queríamos hacer nada malo, de verdad.

EDGAR (Escéptico.)- No me digas.

ALI- Deja de meter tu gigantesca napia donde no te importa, si no quieres que se parezca todavía más a la de un payaso de circo.

(EDGAR libera a ALI de su abrazo pero sigue pegado a la puerta.)

EDGAR (Tiene la voz un poco nasal porque se ha cubierto la nariz inflamada con un pañuelo.)- Oh, estoy muerto de pavor, a veces das mucho miedo, Ali-Oli.

ALI- ¡Para ya de llamarme así!

EDGAR- Estoy usando los diminutivos de tus dos nombres, mi querida Alena Olivia Rossova. No es culpa mía que suene como si estuviera refiriéndome a una salsa de ajo.

(DANIELA suelta una risita y ALI le pega un codazo.)

EDGAR (Se quita el pañuelo.)- En serio, ojitos de pollo, ¿por qué estás aquí, acompañada por la lagartija y el pato mareado? ¿Qué te traes entre manos?

ALI- Eso no es asunto tuyo, Napias.

EDGAR- Ha pasado a ser asunto mío desde que casi me rompes la cara con esa maldita puerta. Dime, ¿de qué va todo esto?

MAX- Te lo contaremos si nos dejas marchar.

EDGAR- ¿Y por qué iba a hacerlo? Los ladrones van al trullo por si no lo sabías, Einstein.

ALI- ¡No estábamos robando nada, idiota!

EDGAR- Permíteme que lo dude, pelo de mandarina. Ya en el instituto te dedicabas a mangar móviles y mp3…

ALI- Sólo a los matones que se dedicaban a avasallar a gente indefensa.

EDGAR- También pintabas grafittis en la fachada del edificio.

ALI- Eran mensajes de paz y alegría.

EDGAR- Eso vete a decírselo a los pringaos que tenían que quitarlos. Suéltalo ya, ¿qué buscabas aquí, superjusticiera? ¿Más líos? ¿Un despido rápido? ¿O tal vez una foto mía? (Señala una estantería llena de marcos de fotos.) Esto último lo entendería perfectamente, es normal que me encuentres irresistible…todo el mundo lo hace.

ALI- ¡Serás engreído! ¡Como si necesitase fotografías para tener más pesadillas contigo!

EDGAR- Así que sueñas conmigo ¿eh? Qué interesante. Está claro que subconsciente siempre saca a relucir la verdad…Ja, mírate, ¡te has puesto más roja que un pimiento morrón! (Se echa a reír.) Estás más guapa así, al menos ya no tienes esa pinta de hippy desnutrida…

ALI- No te esfuerces porque no vas conseguir sacarme de mis casillas, rubio de bote.

DANIELA (Por lo bajo.)- Pues ya te ha sacado los colores.

MAX (Se sitúa entre ALI y EDGAR.)- Creo que esto nos lleva a ninguna parte. Ed, lo único que queríamos era ver a tu padre pero como no le encontramos le estábamos esperando aquí.

EDGAR- ¿Y por eso os habéis escondido en cuanto habéis oído que venía alguien?
No me lo trago. (Coge su móvil y empieza a marcar un número.)

MAX (Tartamudea.)- ¿A-a qui-quién llamas?

(EDGAR no responde, ALI le arrebata el móvil de un tirón y corre con él hacia la ventana del despacho.)

EDGAR (Siguiéndola.)- ¿Se puede saber qué demonios vas a hacer?

ALI (Juguetea con el móvil y hace el ademán de lanzarlo.)- No sé, incluso alguien con un cerebro de pulga como tú, debería adivinarlo.

EDGAR (La coge del brazo.)- No lo harás si sabes lo que te conviene. Vamos, cuéntame de una vez qué hacíais aquí y os dejaré ir.

(Se miran, él aún sujeta su brazo aunque ya no es necesario porque DANIELA le ha cogido el móvil a ALI.)

DANIELA- En realidad hemos venido porque pensamos que tu padre está involucrado en una trama de corrupción. Hemos estado mirando sus últimos correos, sus documentos…Todo ello demuestra que ha engañado a muchísima gente para liquidar sus gastos personales y los de la empresa.

(DANIELA le entrega su móvil y unos papeles. EDGAR suelta a ALI y les echa un vistazo.)

EDGAR- No me lo creo. No es posible. Él nunca… ¿Cómo os habéis enterado?

DANIELA- Varias personas han sido estafadas por tu padre y a muchas las han acallado con sobornos o bien con chantajes. (Entrecierra los ojos y alza la voz.) Mi madre forma parte de este último grupo por eso Max, Ali y yo hemos venido a demostrar que ella está en lo cierto.

EDGAR- No puedes estar hablando en serio.

MAX- Compruébalo tú mismo.

ALI- ¿Te gustaría ser el heredero de una empresa que se dedica a explotar a la gente y a jugar con un dinero que no le pertenece? ¿Serías capaz de cargar con eso el resto de tu vida?

(EDGAR se queda callado, ni siquiera parece darse cuenta de que ALI, DANIELA y MAX abandonan el despacho.)

ESCENA 2

(En un banco de un parque, DANIELA, ALI y MAX están mirando un periódico.)

DANIELA- Por fin, se ha hecho justicia. Según dice aquí, Edgar Dupond, hijo del magnate francés Luc Dupond, ha denunciado los turbios negocios de su padre. Citando sus palabras, “no pienso ser cómplice de semejante engaño”.

(EDGAR, que pasea por el mismo parque, se acerca a ellos.)

ALI- Aún me cuesta creer que lo haya hecho. Fijo que soltó la bomba porque no quiere que le asocien con su padre y que le tomen por chorizo a él también.

EDGAR- ¿Cómo lo has adivinado?

(ALI pega un respingo. DANIELA se levanta del banco.)

DANIELA- Me voy a casa para contarle las novedades a mi madre. ¿Me acompañas, Max?

MAX- No sé. Debería ir a mis clases de piano aunque hoy no tengo muchas ganas pero si no voy, tendré remordimientos de conciencia. Ay, ¿tú qué harías?

(DANIELA suspira profundamente y tira de él hasta alejarlo de ALI y EDGAR.)

EDGAR- Bueno, Ojitos, ¿te apetece tomar un café en el Mayerling y charlamos un rato?

ALI- ¿El Mayerling? ¿Ese hervidero de pijos? ¡Ni de coña! Prefiero ir al Pinchito.

EDGAR- ¿El Pinchito? ¿Ese sitio tan cutre? No voy allí ni borracho perdido.

ALI- Pues muy bien, vete al Mayerling y déjame en paz.

(EDGAR pone los ojos en blanco, la acerca bruscamente hacia él y la besa. Pasados unos instantes se separan.)

ALI- ¿Por-por qué has hecho eso, Napias?

EDGAR- Después de las discusiones suele haber una tregua, creo que nos merecemos una y una bastante…prolongada. Ya sabes, por el montón de broncas que hemos tenido todos estos años.

ALI (Todavía aturdida.)- Oye, pues no es una mala solución.

EDGAR- Yo siempre tengo grandes ideas, deberías estar acostumbrada a ello.

ALI (Le da un golpe en el hombro.)- Qué creído eres.

EDGAR- Lo sé, es parte de mi encanto.

(Ella se ríe y le abraza.)

TELÓN















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