El mundo está lleno de metáforas. Algunas son fáciles de
descifrar porque su constante uso les ha quitado su misterio.
Otras, sin embargo, continúan permaneciendo herméticas,
desafiando las barreras del lenguaje.
No obstante, las palabras no son las únicas capaces de
conformar metáforas, los números también reflejan realidades abstractas como
señala el escritor Agustín Fernández Mallo. En verdad, no hay tanta distancia
entre ciencia y arte como solemos pensar ¿por qué deberían ir separadas?
Todo en la vida está interrelacionado de una manera tan
perfecta y exacta como los colores en una pintura magistral o como una
secuencia de cifras que atienden a un orden determinado.
En este aspecto estoy de acuerdo con Fernández Mallo, que
habla sobre la existencia de conexiones entre todo lo que nos rodea. De ahí se
concluye, y cito sus palabras textuales, “la creación no maneja jerarquías,
sino redes”. Y, efectivamente, un artista tiene que construir puentes, no
murallas, porque su misión es acercarnos universos desconocidos, ¡no aislarnos
de ellos!
Ahora bien, como todos podemos intuir, el proceso de
creación es bastante complejo porque, como señala Fernández Mallo, hay que
mirar las cosas como nadie las ha visto hasta ese momento, como si las
contemplásemos por primera vez. Para ello hay que deshacerse de los prejuicios,
porque en lo más insignificante puede estar la huella de algo más
trascendental, de algo que no podemos tocar y que en muchas ocasiones no
podemos ni siquiera describir.

Pero si nos hacemos preguntas, si no nos conformamos con lo
que nuestros ojos nos muestran y vamos más allá, descubriremos piezas que
creíamos perdidas o que no tenían sentido hasta ahora de ese puzzle inmenso al
que se suele llamar vida.
Un puzzle que muestra ese choque fortuito (tan medido
que parece burlarse del mismo azar) de sueños dormidos en los márgenes del
tiempo.
Qué bonito tu blog, Guio ;)
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